Amanecemos después de pasar una noche de las frías. Fuera, en los aseos, había un termómetro que marcaba -4 grados. La buena noticia es que al menos el cielo estaba despejando.
Hicimos una ruta de 15 km que fue la sorpresa del viaje de lo sorprendente del paisaje. Partimos desde el camping, enclavado en un valle, y ascendimos unos 600 metros bordeando una garganta. Pasamos por riachuelos y cascadas junto con neveros, al llegar a los 700 metros de altitud comenzamos a ver el glaciar de fondo, algunas ovejas que te plantan cara y un par de pequeños lagos.
El plato fuerte de la etapa es un gran cráter, en el que enfrente descansa el glaciar. Subiendo escuchamos un ruido y mirando al glaciar vimos un bloque de hielo desprenderse. Autentica la imagen pero sobre todo el ruido.
En el borde del glaciar se encuentra la cascada Huldufoss. Para mí la más bonita del viaje con diferencia. Sale directamente del glaciar y cae sobre una lengua de hielo formando un arcoíris en su base. A la izquierda el glaciar al borde del precipicio, en el centro la cascada y a la derecha una enorme lengua glaciar. Es curioso como en Islandia se promocionan muchas cascadas y de esta se dice poco, quizá será porque hay que andar bastante para verla o porque se ve que es de las más jóvenes de Islandia pero es una auténtica preciosidad por la altura y sobre todo el panorama que la rodea.
A la vuelta seguimos bordeando la lengua viendo las gaviotas sobrevolarla. Una lengua enorme, agrietada y con zonas negras de ceniza. Pasamos por campos de musgo tan gruesos que te puedes tirar encima como si fuera una cama de lo almohadillado que es. Por momentos se suben y bajan pendientes de las de pensar antes de hacerlo y hace que la ruta tenga cierta dificultad. En total 15 km y más de 6 horas de las que parados son casi la mitad. La ruta es asequible pero no la haría con mal. Es necesario GPS al no haber seguimiento con hitos.
Abandonando Pakgil seguimos por la carretera N1. El problema después de ver el trekking de Landmannalaugar y el glaciar de Pakgil es que el umbral de sorpresa hacia las cosas sube mucho, por lo que algunas de las cosas más turísticas como Skogafoss, Seljalandfoss o los acantilados de Vik, aun siendo bonitos, te dejan un poco indiferente. Lo más curioso es un avión antiguo estrellado en la playa que de lo raro y fotogénico que es pasamos un buen rato.
Antes de llegar al camping pasamos por la piscina geotermal natural de Hrunalaug con una casita desde la que sale el agua. El baño es un momentazo de lo caliente que se está y lo bonito del entorno.
Finalmente llegamos al camping del Geyser. Es una zona geotermal con fumarolas y desde la tienda, prestando atención, se oye oía borbotear.
Autor: Daniel Daniel Aniorte Martinez
Editor: Adrián, IslandiaAttractions.blogspot.com
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