Nos levantamos temprano por la mañana y a las 7:30 cogemos el Bus a Landanmannalaugar. El bus es un autobús todo terreno, alto y con ruedas grandes, la compañía es Etrex y se coge en la oficina de turismo que hay en el centro de la ciudad.
El trayecto dura poco más de cuatro horas pero para nada pesadas, en cuanto se sale de la carretera principal el paisaje empieza a ser espectacular. Son todo campos de lava en donde un musgo verde, con todas las tonalidades, contrasta con el negro. Pasamos al lado del Hekla (uno de los volcanes más activos) y ahí cogemos la pista exclusiva de 4x4. El paisaje se vuelve aún más auténtico. Montañas negras, verdes y rojas rodeadas de campos de lava en donde las lenguas petrificadas se diferencian perfectamente y las rocas tienen formas imposibles. El bus tiene que vadear 3 ríos y la gente mientras en el bus con los ojos como platos y sonrisa de mona lisa.
Llegamos a Lanmannalaugar y aquello en serio que es exagerado. Un parking lleno de 4x4 enormes y el entorno de ensueño. Las famosas montañas de riolita y una piscina geotermal natural humeando.
Vamos primero a la caseta de registro. Le comentamos que tenemos pensado acampar esa noche y nos dicen que ni se nos ocurra. Supuestamente por la noche viene los restos de un huracán tropical llamado Cristobal y se espera a "very very big storm" con rachas de viento de más de 100km/h. Total, reservamos para el refugio haciendo caso y empezamos a andar con la mosca detrás de la oreja.
La primera etapa es alucinante. Quizá penséis que exagero pero para nada. Andas por lenguas de lava, montañas de riolita, un valle enorme con ovejas pastando, una zona con fumarolas (no una o dos, muchas fumarolas), te encuentras cuevas de hielo, atraviesas una lengua glaciar, un campo de obsidiana... Un locurón! Una batería de la cámara agotada y es que mires a donde mires es un fotón.
Un kilómetro antes de llegar al refugio un memorial de un chico de 24 años, fallecido allí hace diez años en junio, nos recuerda de que aunque el trekking no conlleva gran exigencia física, el tiempo puede hacer que sea algo difícil y por lo tanto hay que guardarle respeto, ir preparado físicamente y con la equipación adecuada, un gps por si te sorprende niebla y seguir las instrucciones de los guardias de los refugios. En una etapa posterior volveríamos a encontrarnos con otro memorial por lo que no es tontería.
En total andamos 13,5 kilómetros en lo que sería una de las etapas cortas. El cansancio no fue muy grande y la mochila se llevó bien.
El tiempo no molestó durante la etapa pero al llegar al refugio de Hrafntinnusker comenzó a soplar bien el viento. El refugio es muy cutre y con los aseos sucísimos; una cabaña alargada con colchones en el suelo y 40 personas dentro y encima sin cobertura.
Descansamos, cenamos y caemos rotos mientras fuera empieza a escucharse la llegada de Cristobal...
Autor: Daniel Daniel Aniorte Martinez
Editores: Juan & Pedro, IslandiaAttractions.blogspot.com
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